sábado, 12 de marzo de 2011

Alerta de tsunami y la TV


Hace poco más de un año Chile fue golpeado por un terremoto que alcanzó los 8,8 grados en la escala de Richter. Hoy, cuando el recuerdo de esa fatídica madrugada de febrero sigue atormentando a miles de personas, la naturaleza vuelve a darnos una muestra de su gran poderío, pero esta vez al otro lado del mundo, donde nuestros hermanos japoneses fueron sorprendidos por un gran sismo de 8.9 grados.


De inmediato, tal como debe ser, los medios de comunicación comenzaron a emitir las primeras imágenes y reportes del lamentable suceso. La luz del sol dejaba en evidencia la magnitud de la destrucción y la escalofriante imagen del océano arrasando con todo a su paso nos hacía pensar lo evidente: esa ola podía llegar a Chile.


Con la alerta de tsunami emitida para toda la costa del Pacífico la industria mediática comenzó a seguir los pasos de esa enorme turbulencia marina. Afortunadamente nada grave pasó y sólo ocurrieron hechos aislados, pero nada comparable a lo que se vivió el 27 de febrero de 2010.


Ahora bien, mucho se discute en las redes sociales sobre lo que para algunos fue una exagerada cobertura de los canales de televisión chilenos, a los cuales se les acusa de alarmar a la gente con información desproporcionada. En este sentido, la ola pasó por varías islas y países antes de llegar a estas latitudes y parecía evidente que el impacto en nuestras costas no iba a superar a lo que lo que se vio en Hawai, California, México o Isla de Pascua.


Entonces aquí vienen las interrogantes: ¿Fueron perversos los medios de comunicación en el tratamiento de la información? ¿Era necesario tener a un experto durante 24 horas enseñándonos sus gráficos si los antecedentes nos decían que el fenómeno perdía cada vez más fuerza? ¿Necesita la población ese nivel de alarmismo para salir de las zonas de riesgo?


Evidentemente la acción de los canales de TV ayuda a que las personas tomen conciencia, pero en este caso es probable que hayan pecado de exagerados. Todos intentaban mantener el suspenso, pero lo cierto es que el argumento parecía cada vez más débil y se notó mucho que la atención estaba más puesta en no ceder terreno ante la competencia antes que en tener la responsabilidad de entregar información de manera proporcionada a la población.


En cuanto a la “morbosidad de prensa” hay que tener en cuenta que siempre las noticias han tenido preferentemente un carácter negativo y que el conflicto constituye el motor del info-entretenimiento imperante. Esta no fue la excepción y estuvo mal, puesto que por no ceder rating se cayó en la irresponsabilidad de generar un suspenso que perdía cada vez más fundamentos. Se pudo hacer la misma cobertura noticiosa pero con un tono más tranquilizador, sobre todo si tomamos en cuenta el trauma que muchos chilenos tienen.


Si se analiza lo del experto, se puede decir que estuvo bien que enseñara sus gráficos y el por qué de los fenómenos, eso trae tranquilidad y puede orientar a las personas a tomar mejores decisiones. Pero pasa a ser un recurso mal aprovechado si se está obstinado con mantener la tensión. En este sentido, las mismas gráficas eran repetidas una y otra vez.


En definitiva, se puede decir que tanto la ciudadanía como las autoridades reaccionaron bien frente a esta amenaza, se analizó la situación y se tomaron las medidas preventivas adecuadas, las cuales fueron bien acatadas por las personas. Los medios, en cambio, estuvieron muy bien en su rol de difundir la información a la ciudadanía, pero cayeron en la tentación de exagerar la forma en la cual esto se hacía por privilegiar algo que ya todos conocemos: el rating, lo cual constituye un acto irresponsable si se toma en cuenta el trauma que ocasionó lo vivido el verano pasado.


Pero bueno, dentro de todo nos mantienen informados y de igual forma constituyen un gran aporte, aunque claro está, hay mucho por mejorar en la prensa.


Lo que se cuestiona no es el hecho de informar, sino que es la forma!