jueves, 18 de agosto de 2011

Una mirada al movimiento estudiantil


Tres meses llevamos de dimes y diretes entre el Gobierno y los estudiantes y todavía no sale humo blanco. El conflicto estudiantil se ha prolongado, para muchos, más de lo necesario y la intransigencia ha sido la actitud encubierta detrás de cada declaración que hace cada uno de los actores en este conflicto.

Por parte del Gobierno se puede decir que el cinismo y la poca valentía para expresar sus ideales han sido algunas de las cosas que más han molestado a la ciudadanía. Y digo cinismo porque se les ha preguntado en innumerables ocasiones qué piensan del lucro en la educación y no han sido capaces de entregar una respuesta transparente. Pareciera ser que el miedo a la impopularidad es más fuerte que la vocación por la verdad, porque lo más claro que se ha escuchado hasta aquí fue que “nada es gratis en esta vida”, como dijo el mismo Presidente, o la frase que expresó el ministro Bulnes cuando en el programa Tolerancia Cero dijo algo así como que “los sostenedores tienen derecho a una mínima ganancia”.

Es evidente que conciben al lucro como algo aceptable en nuestro sistema educacional y eso no tiene nada de malo, porque todos somos libres de pensar y de proponer el modelo de de desarrollo que más estimemos conveniente para el país. El problema comienza cuando dices ser algo que en el fondo no eres, ya que nadie puede poner en duda que en este país los políticos de derecha se disfrazan de concertacionistas para ganar las elecciones. Y eso, créanme, tarde o temprano se transforma en un problema, tal como le ocurre al gobierno de Piñera hoy, porque esto es también una pasada de cuenta de lo que han hecho en Chile. Recordemos que fue la coalición gobernante la que impulsó el actual sistema que tiene a la educación en crisis.

Ahora bien, desde el lado de los estudiantes se puede decir que han sabido poner en el tapete un tema de vital importancia para Chile. Aquí ha quedado más que claro que existe una crisis en cuanto a la calidad, la accesibilidad y el financiamiento de la educación y ese es un gran triunfo para todos, sobre todo para aquellos que tienen los méritos y no los recursos para ser grandes profesionales.

Lamentablemente no se le puede exigir al Gobierno de turno que acepte al pie de la letra un petitorio que no coincide con el proyecto de desarrollo que ellos estiman conveniente, porque llegaron a La Moneda por la vía democrática. Si lo miramos así, se puede decir que bajo esa idea también ha existido intransigencia por parte de la Confeh, porque, tal como lo dice el dicho popular, “no se le puede pedir peras al olmo” y, dentro del escenario que nos brinda el presente de Chile, la propuesta que ha hecho el Gobierno sí se puede considerar como un avance dentro de todo.

No se puede ser tan ingenuo como para pensar que Piñera y compañía cambiarán el sistema que ellos mismos fabricaron hace 30 años. Por lo mismo, el movimiento debería pasar a una siguiente fase, que es aceptar el diálogo con el Congreso para conseguir avances para generar ese cambio de paradigma en materia educacional, por muy mínimos que puedan parecer.

Ya vendrán otras instancias, como las elecciones presidenciales del 2014, donde las ideas del movimiento estudiantil podrán ser representadas por algún candidato y puedan generar los cambios estructurales que la mayoría piensa que nuestra educación necesita. Puede parecer lento, pero así es la democracia, y a través de ella se debe generar los cambios para tener un Estado garante de ese derecho a una educación de calidad para todos.